SIGUE LA CAZA DE UBER: OTROS DOS VEHÍCULOS FUERON RETENIDOS

En un nuevo operativo municipal, fueron secuestrados dos vehículos que prestaban servicio de transporte a través de la aplicación Uber en las inmediaciones del aeropuerto El Tehuelche. La medida se suma a una larga lista de intervenciones que el Municipio viene desplegando contra quienes utilizan plataformas digitales para trabajar, pese a la ausencia de una normativa que regule la actividad.
Los controles se llevaron a cabo durante la jornada de ayer en el puesto 212, durante el arribo de vuelos, con la participación de personal de Tránsito. Como resultado, se retuvieron un Fiat gris y un Chevrolet Agile rojo, cuyos conductores ofrecían viajes mediante la aplicación Uber sin contar con habilitación municipal.
Lejos de representar una excepción, estos hechos refuerzan una política de hostigamiento que se viene repitiendo sistemáticamente. Hace solo unas semanas, dos autos también fueron secuestrados –uno en pleno centro y otro en el aeropuerto– por brindar el mismo tipo de servicio. En todos los casos, los conductores admitieron estar realizando viajes por aplicación, una opción que representa, para muchos, la única vía posible de ingresos en un contexto económico adverso.

Mientras en otras ciudades del país se avanza hacia la regulación y el reconocimiento legal del transporte a través de plataformas, en Puerto Madryn se persigue a quienes eligen esta alternativa, sin ofrecerles opciones ni canales formales para desarrollar su actividad. La insistencia en aplicar normativas desactualizadas no hace más que empujar a decenas de trabajadores a la informalidad y la incertidumbre, obligándolos a operar en la clandestinidad para poder sobrevivir.
La Municipalidad mantiene su postura intransigente de permitir únicamente taxis y remises, ignorando la creciente demanda social por servicios más accesibles, flexibles y modernos. En lugar de debatir una ordenanza que encuadre y controle esta modalidad, se refuerzan los controles y sanciones, muchas veces motivados por denuncias anónimas que terminan convirtiéndose en verdaderas emboscadas para trabajadores del volante.
Así, lo que podría resolverse con diálogo, regulación y voluntad política, se transforma en una nueva muestra de rigidez institucional, ajena a los cambios de época y a las necesidades reales de la comunidad. Mientras tanto, la “caza de Uber” continúa.