ANTORCHAS EN EL FRÍO: EL RECLAMO PESQUERO NO SE APAGA

Nuestra ciudad atraviesa días difíciles: a la crisis del sector pesquero se suma una ola polar sin precedentes que ya acumula dos jornadas consecutivas de alerta roja por temperaturas extremas. En este contexto, la marcha de marineros y sus familias visibilizó el hartazgo y la angustia de una comunidad que resiste en medio del frío, la incertidumbre y el conflicto laboral.
Este martes por la tarde, Puerto Madryn fue escenario de una nueva manifestación encabezada por trabajadores de la pesca, sus familias y vecinos, que con antorchas en mano recorrieron las calles céntricas para reclamar el fin de un conflicto que mantiene paralizados a más de 110 buques tangoneros congeladores.
La movilización, convocada bajo la consigna “En defensa del trabajo, del convenio colectivo y del salario”, partió desde la sede local del SOMU y avanzó entre carteles, cánticos y banderas que denunciaban el estancamiento de las negociaciones entre el gremio y las cámaras empresarias.
La raíz del conflicto está en el rechazo del sector de marineros al acuerdo salarial firmado recientemente por capitanes —y en vías de ser replicado por conductores navales—, que implicaría, según denuncian, una reducción del 30% en sus ingresos y un retroceso en las condiciones laborales históricamente conquistadas.
Mientras los empresarios buscan aplicar un esquema que permita reducir costos operativos, los trabajadores sostienen que se trata de un “lockout patronal”, una medida de presión destinada a imponer condiciones por fuera del convenio colectivo vigente.
La tensión crece a medida que pasan los días, sin resolución a la vista, y con el agravante de un invierno que golpea con dureza a las familias afectadas. Muchos hogares ya atraviesan serias dificultades económicas y algunos han comenzado a solicitar asistencia al municipio para cubrir necesidades básicas.
Una marcha que habla por muchos
Durante la movilización, una consigna se repitió con fuerza: “Si esto no es la pesca, ¿la pesca dónde está?”. No fue solo una consigna, sino un grito que resume la paradoja de una ciudad pesquera en la que los barcos no salen y los trabajadores no cobran.
El malestar social se amplifica con una ola de frío sin precedentes, que ha paralizado servicios, congelado cañerías y potenciado riesgos habitacionales en los barrios más vulnerables. En este marco, la protesta del sector pesquero trasciende lo gremial: es también la expresión de un modelo productivo en crisis y de una comunidad que exige respuestas concretas.