NICOLAS “RUSO” HAMMOND
El 11 de abril de 2020, en el barrio Comercio IV, Nicolás Hammond fue partícipe secundario del homicidio en ocasión de robo de Alan Bopp (21). Esa madrugada, Juan Colemil Navarro apuñaló por la espalda a la víctima, causándole la muerte.
Navarro fue condenado a 22 años de prisión de cumplimiento efectivo. Hammond, por su parte, reconoció su responsabilidad en un juicio abreviado ante el fiscal Jorge Bugueño y la querella, representada por el Dr. Néstor Coronel, y recibió una pena de cinco años de prisión con declaración de reincidencia. Recuperó su libertad en junio de este año, tras cumplir la condena.
Parecía que el asesinato de Alan Bopp iba a marcar un antes y después en la justicia, pero no fue así. Si fue uno de los casos policiales que más movilizó a la comunidad. Seguramente por ser un chico muy querido, porque sus familiares se movieron y porque la noticia conmovió fuertemente.
Solo falto lo más importante: que la justicia haga lo suyo. La justicia lejos de hacer algo ejemplificador se apegó al código procesal y después de un tiempo el asesino volvió a las calles.
El “ruso” Hammond fue atrapado nuevamente delinquiendo hace unas días. Muy cerca de donde ocurrió el crimen del 2020. Había salido en libertad en el mes de junio. Poquitísimo tiempo tardo en volver a caer.
La indignación de aquellos que todavía no logran cerrar las heridas por la falta de Alan es enorme. Lo cierto es que la pena por el crimen ya la cumplió; para la justicia no para la sociedad. Ahora como robo simple posiblemente tengo una pequeña condena. Pero que se puede esperar de esta justicia que reclama y protesta por salarios pero no hace lo suficiente para hacer verdadera justicia.
¿Cuándo llegaran las penas lo suficientemente grandes para que los asesinos no tengan la posibilidad de volver a asesinar?
Hace falta, sin lugar a dudas una forma del código penal. Como también jueces que no sean garantistas y políticos sin discursos a favor de los victimarios en vez de estar con las víctimas.
