CUANDO EL PUERTO SE DETIENE, MADRYN TIEMBLA

POR FEDERICO MONTEPIO
Puerto Madryn no es solo una ciudad costera: es un sistema económico atado al ritmo de las mareas. Y cuando los barcos no salen, cuando las grúas del Storni están quietas y el pescado no circula, todo se desacomoda. Hoy, una nueva protesta de marineros amenaza con trasladar el conflicto desde los muelles hasta las rutas, en un escenario que repite, una vez más, la misma fórmula: salarios congelados, negociaciones rotas y una ciudad rehén del conflicto.
Primeros reclamos del SOMU por actualización de tarifas en dólares. Se inician gestiones informales con las cámaras empresarias.
Primer paro de actividades por 48 horas. Se logró un acuerdo parcial que incluyó un bono no remunerativo.
Tensión por incumplimientos. Algunos barcos salen sin tripulación completa. El gremio denuncia presiones.
Paro total de actividades durante seis días. Intervino el Ministerio de Trabajo. Se firma un acta con revisión en febrero.
No se cumple la cláusula de revisión. Se reinician protestas y bloqueos en muelles.
Con todas estas idas y vueltas llegamos Junio 2025: se agrava la situación. El conflicto escala y se amenaza con cortes en rutas provinciales y accesos portuarios.
La repetición de este ciclo desgasta, no solo a los trabajadores sino a toda la comunidad. Plantas industriales sin producción, comercios sin clientes, changarines sin changas. Madryn empieza a sentir el crujido de una estructura económica extremadamente dependiente de un solo motor.
Lo más preocupante es que no hay una instancia formal que garantice mecanismos eficaces de resolución. Las reuniones fracasan por desconfianza mutua; los acuerdos se incumplen antes de llegar a puerto.
Las empresas argumentan que no pueden seguir absorbiendo costos. Los marineros, que sus salarios están atados a valores en pesos mientras los productos que transportan se exportan a dólar billete. En el medio, un Estado que aparece tarde, desdibujado, o como árbitro sin poder de decisión.
Hoy, el conflicto amenaza con tomar otro escenario: las rutas. Y si eso ocurre, no solo se pondrá en jaque el abastecimiento o el turismo, sino también la paz social.
Es momento de que el gobierno nacional, provincial y municipal asuma un rol más activo y convoque a una mesa de negociación tripartita seria, con compromisos verificables y consecuencias claras ante incumplimientos. Porque si el puerto se detiene, Madryn tiembla. Pero si se bloquea el diálogo, lo que colapsa es la esperanza de una ciudad entera.