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MADRYN SIN MOTORES: CUANDO EL MAR SE DETIENE Y NADIE RESPONDE

  • abril 20, 2025
  • 3 min read
MADRYN SIN MOTORES: CUANDO EL MAR SE DETIENE Y NADIE RESPONDE

Por Federico MONTEPIO.

En Puerto Madryn, el mar no es solo paisaje: es sustento, es identidad y es futuro. Por eso, cuando los barcos no zarpan, no es solo una flota amarrada: es una ciudad entera en pausa. Hoy, la pesca —pilar fundamental de la economía local y de buena parte de Chubut— atraviesa una crisis que se agrava cada día, mientras el Estado nacional permanece en silencio.

La situación es alarmante: las flotas tangoneras están paralizadas, los puertos se ven desiertos y reina la incertidumbre. Las empresas aseguran que los costos operativos son inviables —en algunos casos, hasta el 60% se lo llevan los salarios y cargas sociales—, mientras los gremios aún esperan un llamado para negociar. Pero el mayor ausente en esta escena es el Gobierno nacional, que observa desde lejos sin ofrecer soluciones ni tender puentes.

El problema no es solo económico, es también humano. En Madryn, como en Rawson, como en Comodoro, hay familias enteras que dependen directa o indirectamente del mar. Desde los obreros navales hasta los empleados del parque industrial, pasando por estibadores, fileteros y exportadores, todos sienten la tensión de una temporada que aún no empezó… y que tal vez no empiece.

La preocupación crece: muchas empresas ya no saben si podrán viajar a la Seafood Expo Global en Barcelona, la feria pesquera más grande del mundo. Algunas analizan advertir a sus clientes internacionales que este año no habrá producción. Después de décadas construyendo una imagen exportadora seria y competitiva, ese esfuerzo puede deshacerse en cuestión de meses. El daño no es simbólico: es real, y lo va a pagar la economía local.

A eso se suma una decisión que agitó aún más las aguas: el Decreto 273/2025, que habilita la importación de barcos usados sin restricciones. Para algunos, es eficiencia. Para otros, como Domingo Contessi, uno de los referentes de la industria naval marplatense, es una amenaza directa a los astilleros nacionales. Y no le falta razón: ya lo vivimos. En los 70 se importaron más de 120 buques usados; la mayoría terminó fuera de servicio y las empresas quebraron. No es teoría: es historia repetida.

Y mientras el Gobierno argentino abre sus puertas a flotas de descarte, Estados Unidos impone un 10% de arancel a nuestros productos pesqueros. En lugar de defendernos ante un socio estratégico, la Casa Rosada celebra medidas aisladas que dejan desprotegidas a las provincias exportadoras como Chubut. “Nos dijeron que venían a defender el trabajo argentino. Hoy parece que defienden embajadas”, lanzó el gobernador Nacho Torres. No es solo una crítica política: es un grito de advertencia.

Chubut necesita mucho más que slogans o buenas intenciones. Necesita un plan comercial serio, negociaciones firmes y políticas que contemplen la realidad del sur. En Puerto Madryn, la pesca no es solo un rubro: es el corazón de su economía. Y cuando ese corazón deja de latir, el impacto se siente en cada calle, en cada comercio, en cada hogar.

No se puede planificar una temporada desde Buenos Aires sin mirar hacia el Golfo. Y no se puede hablar de industria nacional mientras se sabotea el trabajo argentino con decisiones que ya fracasaron antes.

Las autoridades tienen que hablar. Y más importante aún: tienen que escuchar.
Porque en Madryn, cuando el mar se detiene, se detiene todo.

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